Alcantarillado y aguas residuales
Los 13 humedales de Bogotá, de alguna forma, presentan problemas de aguas residuales y conexiones erradas, que en su mayoría, según la EAAB, se deben a la acción de habitantes de barrios ilegales aledaños. La solución parece lenta, pese a que este es uno de los primeros pasos en el proceso de restauración.
“Si no se soluciona el problema de vertimientos de aguas residuales a la ronda de los humedales, nunca se va a mejorar la condición biológica de estos”, sostuvo el profesor del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, Orlando Rangel.
De acuerdo con la Gerencia Corporativa Ambiental de la EAAB, el problema del alcantarillado en los humedales viene de conexiones erradas o alcantarillados provisionales.
En la medida en que la empresa pudo ir legalizando la cobertura de esos barrios, dentro del proceso de legalización de Planeación Distrital, afirmó Escobar, ingeniero hidráulico de la EAAB, se les fueron construyendo las redes de servicios oficiales.
“Hoy casi podemos decir que un 99 por ciento de las redes aledañas a los humedales están construidas en alcantarillados separados. Eso no quita que haya una serie de conexiones erradas, tanto del alcantarillado sanitario, como el pluvial, y viceversa”.
Estas conexiones erradas han hecho que a los humedales que solo deben llegar aguas lluvia lleguen también algunos caudales de aguas residuales. Este es un problema generalizado que, en menor o mayor proporción, está afectando a todos los humedales de Bogotá.
“Hay que controlar que a estos humedales les entren aguas lluvia y no aguas servidas. Mientras no se controle la fuente de contaminación directa, no va a haber posibilidad de restauración”, aseveró el profesor Rangel.
Así mismo, agregó que esta dificultad está cambiando las condiciones ecológicas y biológicas, y está aumentando la materia orgánica, los contaminantes, las bacterias coliformes, que atentan contra la salud.
Según la Gerencia Corporativa Ambiental de la EAAB, orientando al manejo de este problema, se está adelantando un proyecto piloto en el sector de Niza. “Lo que se va a hacer en este momento es la identificación de esas conexiones erradas, por lo menos para la cuenca del humedal de Córdoba. El paso siguiente es la eliminación de esas conexiones”, indicó Sergio Rodríguez, biólogo de la EAAB.
Sigue el dragado
Uno de los métodos a que se ha apelado en el proceso de recuperación de humedales es el dragado. Un ejemplo claro de ello es Juan Amarillo, donde se hizo una operación generaliza de este tipo, dejando al sitio como una laguna, sin vegetación, y rodeada de cemento.
Aunque la política con respecto a este tema ha variado e incluso acciones como la de Juan Amarillo son reprochadas por la EAAB y la Secretaría Distrital de Ambiente, en pequeñas zonas se siguen haciendo dragados, pues el Acueducto argumenta que no hay otros mecanismos para restaurar estas áreas y que siempre se trata de afectar lo menos posible la biodiversidad.
En las zonas dragadas, una de las más afectadas es la vegetación y, de la mano, los animales que habitan en ella. “Es necesario retirar los lodos. Pero lo hacemos con medidas de mitigación de impacto, de tal forma que la afección, si se da, es de grupos poblacionales muy pequeños”, dijo Alejandra Garzón, ingeniera civil de la EAAB.
Así, de manera indirecta, reconoce la Gerencia Ambiental que el dragado, aunque sea de forma mínima, termina afectando la fauna y la flora. Pero ellos privilegian sobre esto los beneficios generales que se reciben. ¿Se podrá explorar otro mecanismo? Aseveraron que no.
“La idea que se tiene de restaurar los humedales eliminando vegetación o dragando va en contra de la diversidad de fauna. Se rompen las características biológicas del ecosistema”, aseveró el biólogo, profesor la Universidad Nacional, Enrique Zerda.
Biólogos del Acueducto justifican que la idea es crear diferentes ambientes, unos con flora y otros sin ella, y sostienen que los espejos de agua sin vegetación resultan necesarios para la vida de otras especies.
Qué de la fauna y la flora
La naturaleza cumple un ciclo perfecto. Unas especies dependen de las demás para vivir. Por tanto, si algunas desaparecen, las otras se vuelven vulnerables. “Las aves dispersoras de semillas hacen que la vegetación se mantenga. Un caso parecido es el de los polinizadores. Por ejemplo, los curíes tienen sobrepobladas algunas zonas de la Sabana de Bogotá, debido a la extinción de predadores naturales como búhos y águilas”, expresó el profesor Zerda.
Para los seres humanos también representa un peligro, pues muchas enfermedades se han desarrollado por la destrucción de hábitats naturales. Por ejemplo, la incidencia de afecciones pulmonares en los niños, en las zonas periféricas de los humedales. Es decir, hay una relación muy estrecha entre la vida del hombre, la vegetal y la animal.
Aves como el cucarachero de la sabana y la monjita, que habitan en humedales, se encuentran, según el profesor Zerda, en peligro de extinción. El pato zambullidor andino ya se extinguió. Por tanto, se requiere proteger los espacios donde habitan.
Qué se recomienda
De acuerdo con el profesor Rangel, lo esencial es que exista un programa continuo, que no cambie con las administraciones. “Debemos proteger lo que hay, tratar de recuperar las zonas que se puede y tomar medidas para mirar cómo se mitigan las áreas completamente afectadas”.
“Son situaciones que dependen de decisiones políticas. El asunto es quién toma esa decisión política. Claro, plata se ha gastado, y bastante, en algunos casos mal invertida, ahora se necesita desarrollar unas actividades que redunden en una verdadera recuperación de los humedales”, sostuvo Rangel.
El docente de la UN agregó que el deterioro de los humedales significaría una gran pérdida de espacios verdes para los seres humanos y, además, un área fundamental para que el río Bogotá descargue sus aguas, cuando estas se excedan. Estos, para él, son espacios que una vez se recuperen pueden contribuir en la calidad de vida de la ciudad, como aulas ambientales y lugares de esparcimiento.
Para el profesor Zerda, es necesario asumir una conciencia ecológica con referencia a humedales, pues estos espacios son ecosistemas de una variada biodiversidad, que podría verse afectada con medidas equivocadas.
Las necesidades se conocen. También la urgencia de su tratamiento. No obstante, los argumentos abundan a la hora de reclamar acciones. La alerta verde está encendida, no desde hoy, sino desde muchos años atrás, solo que con el paso del tiempo se va haciendo más notoria.
La naturaleza no acepta excusas y poco supera equivocaciones. Tal vez, el día que el verde haya desaparecido sí habrá presupuesto para la creación de espacios artificiales, en donde, con animales de juguete, el hombre pueda ir a recrear lo que un día fueron los humedales.
Referencias :
° https://historico.unperiodico.unal.edu.co/Ediciones/115/8.html
° Alcaldia Mayor de bogota